Perseguir tu sueño hasta lograrlo

Creo que uno debe redescubrir constantemente lo que le apasiona y perseguir ese sueño pase lo que pase. Y digo redescubrir porque, en los últimos años, aprendí que nuestras prioridades van cambiando de acuerdo a la edad y las circunstancias por las que vamos atravesando.

Recuerdo que en el tercer ciclo de mi carrera en la Universidad de Lima me tocó armarme de valor y explicarles a mis padres que la ingeniería no era para mí, sino que mi verdadera vocación era la administración de empresas. Al cambiarme de carrera, me sumergí en el mundo de las marcas y entendí que las más exitosas siempre han sido las que terminan conectando con su público a través de experiencias memorables. Por eso, encontré mi pasión en los cursos electivos relacionados con el marketing y el comportamiento del consumidor.

Sin embargo, parece que al graduarse uno termina teniendo más dudas que respuestas respecto a su trabajo ideal. Hasta el momento en que terminé la universidad, había hecho mis prácticas pre profesionales en rubros tan distintos como el de productos industriales y de ferreterías, farmacéutica y telecomunicaciones. Fue entonces que me enteré de un programa llamado Global Management Trainee, que en ese momento se presentaba como una oportunidad de viajar a la cervecería Quilmes en Argentina. Decidí postular. Fueron meses de procesos de selección rigurosos y logré quedar entre los finalistas que viajaron por una semana a Buenos Aires para las etapas finales de selección.

Recuerdo que esos días fueron decisivos para entender que AB InBev era una empresa que hacía las cosas de manera distinta; desde las peculiares y retadoras dinámicas de selección, hasta la forma tan directa de decirse las cosas entre un practicante y un director, sentados en el comedor compartiendo una cerveza a la hora de almuerzo. Fueron estos detalles los que me llevaron a enamorarme de su cultura y de sus principios. Sin embargo, en aquella oportunidad, esas mismas ansias de querer trabajar ahí, me jugaron en contra y los nervios me traicionaron estando cara a cara con el jurado.

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Este primer intento no me desanimó. A partir de ese día, me prometí a mí mismo no parar hasta lograr entrar a AB InBev. Un año y medio después se volvió a lanzar el programa Global Management Trainee, esta vez con la oportunidad de realizar parte del entrenamiento en Colombia. Volver a pasar por meses de pruebas online, entrevistas, dinámicas grupales y un panel frente a los vicepresidentes de la región conformada por Colombia, Perú y Ecuador (COPEC), no fueron más que una motivación adicional para demostrarme a mí mismo que valía la pena luchar por ganar esa oportunidad. Cómo podría olvidar la llamada final en la que me enteré que fui seleccionado junto a otros 4 peruanos para representar a mi país.

 

“Recuerdo que esos días fueron decisivos para entender que AB InBev era una empresa que hacía las cosas de manera distinta; desde las peculiares y retadoras dinámicas de selección, hasta la forma tan directa de decirse las cosas entre un practicante y un director, sentados en el comedor compartiendo una cerveza a la hora de almuerzo.”

Una vez en Colombia, uno se da cuenta de la verdadera magnitud del programa. Empiezas una nueva rutina en otro país, pasando por todas las áreas centrales de la compañía y con mucho contacto con los líderes de cada área. Recuerdo que despertaba cada día sin saber cómo me iban a sacar de mi zona de confort. Un día estaba saliendo a ruta con un vendedor del canal tradicional en Cali y a la siguiente semana me encontraba en una planta de Medellín viendo el proceso de envasado de la marca Pony Malta. Al siguiente mes, se me asignó realizar el perfil del consumidor de un hincha de fútbol en torno sus distintas ocasiones de consumo de la marca Águila, una de las más importantes del portafolio de AB InBev en Colombia y, poco tiempo después, trabajaba en programas de fidelización y herramientas digitales para los bodegueros de toda Colombia.

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Lo mejor de todo es que, en cada etapa, uno va viviendo todas estas experiencias acompañado de los otros trainees. Cuando uno aprende a convivir con un grupo de personas de perfiles, carreras, nacionalidades y culturas distintas; los compañeros de trabajo se convierten en parte de tu familia. Las conversaciones sobre reportes y resultados, se transforman en discusiones acerca del menú diario en el departamento que compartimos o en los planes del fin de semana para conocer todo lo que las distintas ciudades tienen para ofrecer.

Ahora estoy de regreso en Lima, listo para la segunda etapa del programa que consiste en un proyecto de 5 meses de alto impacto. Mi misión es potenciar la categoría de bebidas no alcohólicas (aguas, gaseosas y maltas) desde el área de Trade Marketing en un entorno muy competitivo. Como parte de la experiencia, también habrá un viaje a St. Louis, Estados Unidos, en agosto, para asistir a la reunión mundial de los trainees, donde más de trescientas personas que han vivido el mismo programa alrededor de las 9 zonas de AB InBev en el mundo se reunirán para hablar del rumbo de la compañía y de nuestro rol como sus futuros líderes.

Mirando hacia atrás, esta experiencia ha sido de aquellas que te cambian la vida, tanto en el ámbito laboral como personal. Ahora entiendo que tanto esfuerzo y perseverancia han valido la pena, pues son las oportunidades como esta, por las que vale la pena luchar. Estos 5 meses han sido suficientes para comprender que si uno ama lo que hace y se esfuerza lo suficiente, los resultados y los éxitos vendrán por sí mismos.
Invito a todos los jóvenes que hayan terminado o están por terminar la universidad, a postular al Global Management Trainee, haciendo click aquí.

“Mirando hacia atrás, esta experiencia ha sido de aquellas que te cambian la vida, tanto en el ámbito laboral como personal. Ahora entiendo que tanto esfuerzo y perseverancia han valido la pena, pues son las oportunidades como esta, por las que vale la pena luchar.”